Jesús María Silveyra

lunes, junio 12, 2006

"San Pedro"

¡Oh, Pedro!
Déjame remar
contigo hacia la orilla
del lago azul,
donde las negras piedras
-soñando con el mar-
brillan bajo la tenue luz,
del amanecer enamorado.
Ojos de tu rabboni.

Déjame cargar
contigo el desencuentro
de la vida,
hecha pozo en el vacío
-que ya no llena la Ley-
y allanar el camino pedregoso,
hacia el monte elegido.
Camino de la cruz.

¡Oh, Pedro!
Déjame confesar
contigo en Cesarea de Filipo,
ver su gloria en el Tabor,
dudar en el atrio de Caifás,
humillarme a la sombra del madero,
hasta que llegue el alba
-alba de domingo-
y corra con Juan hasta el sepulcro
para encontrar las mortajas luminosas.
Luz salvadora de Jesús.

Déjame al fin,
andar con tu cayado,
cargando como pueda
la fe que vacilante me rodea,
hasta que el cielo arda
-como llama de laúd-
y encuentre boca abajo
el amor verdadero.
Esperanza de vida eterna.