Jesús María Silveyra

viernes, marzo 17, 2006

"Las Apariciones de la Virgen"

Me referiré a tres destacadas Apariciones de la Virgen de los últimos ciento cincuenta años: Lourdes, Fátima y Medjugorje, sin menoscabar a las otras, mucho menos a la de Guadalupe, porque María ha dicho a una de las videntes de Medjugorje que ella se aparece en Bosnia pero que vive en México (en la tilma del indio Juan Diego recientemente canonizado por el Papa).
Lo primero será ubicarnos brevemente en el plano doctrinal (en base a extractos del documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe respecto a Fátima), para pasar luego al contexto en el que tuvieron lugar, la forma en que se presentó la Madre de Dios, sus mensajes y los mensajeros. Finalmente, intentaré hallar algunos rasgos comunes entre ellas.
Dos de estas apariciones (Lourdes y Fátima) han sido reconocidas oficialmente por la Iglesia. En el caso de Medjugorje, las mismas están en estudio y la Iglesia no se ha expedido definitivamente aunque no prohíbe las peregrinaciones privadas al Santuario. Al respecto, cabe destacar la reciente bendición apostólica enviada al padre Jozo, uno de los franciscanos que con más ahínco ha propagado la devoción a la Reina de la Paz.
La doctrina de la Iglesia distingue entre la «revelación pública» y las «revelaciones privadas». Entre estas dos realidades hay una diferencia, no sólo de grado, sino de esencia. El término «revelación pública» designa la acción reveladora de Dios destinada a toda la humanidad, que ha encontrado su expresión literaria en el Antiguo y Nuevo Testamento. Se llama «revelación» porque en ella Dios se ha dado a conocer progresivamente a los hombres, hasta hacerse él mismo hombre. En Cristo, Dios ha dicho todo, es decir, se ha manifestado así mismo y, por lo tanto, la revelación ha concluido con la realización del misterio de Cristo.
El hecho de que la única revelación de Dios haya concluido con Cristo y en el testimonio sobre Él recogido en los libros del Nuevo Testamento, no significa que la Iglesia ahora sólo pueda mirar al pasado y esté así condenada a una estéril repetición. El Catecismo de la Iglesia Católica dice a este respecto: «Sin embargo, aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos». En este contexto es posible entender correctamente el concepto de «revelación privada», que se refiere a todas las visiones y revelaciones que tienen lugar posteriormente. El Catecismo de la Iglesia Católica, agrega: «A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas “privadas”, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia... Su función no es la de “completar” la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia ».
La revelación pública exige nuestra fe; porque en ella, a través de palabras humanas y de la mediación de la comunidad viviente de la Iglesia, Dios mismo nos habla. La revelación privada es una ayuda para la fe, y se manifiesta como creíble si remite a la única revelación pública. Por lo tanto, podemos o no creer en ellas.
San Pablo, en la Primera Carta a los Tesalonicenses, nos dice: «No apaguen el Espíritu, no desprecien las profecías; examinen cada cosa y quédense con lo que es bueno ». En todas las épocas se le ha dado a la Iglesia el carisma de la profecía, que debe ser examinado, pero que tampoco puede ser despreciado. A este respecto, es necesario tener presente que la profecía en el sentido de la Biblia no quiere decir predecir el futuro, sino explicar la voluntad de Dios para el presente. El que predice el futuro se encuentra con la curiosidad de la razón, que desea apartar el velo del porvenir; en cambio, el profeta ayuda a la ceguera de la voluntad y del pensamiento y aclara la voluntad de Dios como exigencia e indicación para el presente. En este sentido, se puede relacionar el carisma de la profecía con la categoría de los «signos de los tiempos». Interpretar los signos de los tiempos a la luz de la fe significa reconocer la presencia de Cristo en todos los tiempos. En las revelaciones privadas reconocidas por la Iglesia se trata de esto: ayudarnos a comprender los signos de los tiempos y a encontrar la justa respuesta desde la fe ante ellos.
Las Apariciones de María, por lo tanto, no añaden nada al credo ni al Evangelio, sino que son un toque de atención para una época que tiende a olvidarlos, son como una visita profética a nuestro mundo. Dios no nos centra en lo maravilloso o extraordinario: por las apariciones nos indica que volvamos al Evangelio, que es la Palabra de su Hijo, la Palabra de Vida. La conformidad del mensaje con el Evangelio, la autenticidad de la vida del o los testigos, los frutos de santidad que salen de él o ellos para el pueblo de Dios, esos son los criterios de autenticidad de una Aparición en la Iglesia.

Pasemos ahora al contexto de las mismas, comenzando por Lourdes. Corría el año de 1858 en este pueblo de 4.000 habitantes recostado sobre los Pirineos, que se destacaba por su industria molinera de trigo. La iglesia en Francia vivía momentos difíciles debido a los movimientos anticlericales. Los hechos de Lourdes venían a completar las Apariciones de María a Catalina Labouré (1830) en la rue du Bac de París y la devoción a la medalla milagrosa, con aquella frase: “Oh, María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos”.
Bernardita Soubirous es la mayor de cinco hermanos. De familia humilde, caída en la desgracia económica, a tal punto que viven todos en una sola habitación de 16 metros cedida a regañadientes por un primo paterno, a la que llaman el “calabozo”. Tenía catorce años cuando se producen las apariciones. No sabía ni leer, ni escribir. Padecía de asma. Y aunque tenía formación religiosa, todavía no había hecho su primera comunión. A los 22 años ingresa al convento de las Hermanas de la Caridad de Nevers. Muere a los 35 años. Sus restos permanecen intactos.
Un 11 de febrero de 1858, sale a buscar leña con su hermana y una amiga de esta. Deciden cruzar el canal que alimentaba de agua al molino de un tal Savy, para ir hacia el bosque. Bernardita se detiene a quitarse las medias, con el río Gave a su derecha y la “gruta de Masabielle” a la izquierda, transponiendo el canalito. Según relata: “Oí un rumor de viento como cuando hay tormenta”. Sin embargo sólo se movían las ramas junto a la gruta.
María se presenta de la siguiente manera, según el relato de Bernardita: “ella llevaba un traje blanco que le llegaba hasta los pies. El vestido iba cerrado alrededor del cuello con un pliegue dorado del que colgaba un cordón blanco. Un velo blanco le cubría la cabeza y caía a lo largo de los hombros y los brazos hasta el bajo del vestido. vi. una rosa amarilla encima de cada pie. El cinturón del vestido era azul y le caía hasta las rodillas. La cadena del rosario era amarilla; las cuentas blancas, grandes y bastante separadas unas de otras”. Según dijera Bernardita, la joven era más o menos de su estatura (un metro cuarenta), portaba el rosario en la mano derecha, y estaba rodeada de luz. Además, aparecía sobre una zarza.
Son dieciocho las Apariciones de María, entre el 11 de febrero y el 16 de julio. En la mayoría de ellas, no se produce diálogo alguno o al menos es lo que refiere Bernardita. Bernardita siempre cae de rodillas con el rosario en la mano y comienza a rezar hasta entrar en estado de éxtasis. Recién en la tercera Aparición, María le habla y le pide si puede venir durante 15 días a la gruta. En su novena Aparición (24 de febrero), pide: “Penitencia. Penitencia”. “Ruega a Dios por los pecadores”. “Ve a besar la tierra en penitencia por los pecadores” (¿Será este gesto el que repite el Papa al besar la tierra cuando llega de viaje a un país?). Al día siguiente le pide que vaya a beber a la fuente y se la ve la cara. (La fuente no existía, pero Bernardita descubre el manantial arañando la tierra bajo una roca). El día 27, le pide que vaya a decirle al párroco que tiene que construir allí una capilla y venir en procesión (el párroco pedirá un signo). El 4 de marzo se juntan más de 10.000 personas en la gruta y se producen las primeras curaciones con las aguas del manantial. El 25 de marzo, Fiesta de la Anunciación de la Virgen, la Virgen manifestará lo central de su mensaje en Lourdes, al presentarse diciendo: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Esto es notable, ya que cuatro años antes, el Papa Pío IX había proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción de María. Bernardita no tenía la menor idea de ello ya que era escasa su formación.

Veamos lo que ocurrió en Fátima. Corría el año de 1917. Estamos en plena guerra mundial. Hace pocos meses, los Estados Unidos ingresaron en el conflicto y Portugal acaba de enviar sus primeras tropas al frente para luchar del lado de los aliados. Lenín ha vuelto a Rusia después de producida la revolución y la caída del Zar.
Fátima (que debe su nombre árabe a la hija de Mahoma) es una aldea de apenas 2000 habitantes entre valles y colinas. A 2km está la aldea de Aljustrel donde viven: Lucía (10 años), Jacinta (7 años) y Francisco (9 años). Sus padres son campesinos del lugar, ni pobres ni ricos. Poseen pequeñas tierras con higueras y olivos, donde cultivan el maíz y el trigo y poseen rebaños de ovejas. Los niños son primos hermanos entre sí. Lucía dos Santos y Francisco y Jacinta Marto. Lucía es la portavoz del grupo. Jacinta si bien ve y oye las respuestas de María, nunca se dirige a ella. Francisco solo la ve, pero no escucha lo que le dice a Lucía. Francisco y Jacinta mueren a los pocos años de las apariciones debido a distintas enfermedades (a los 2 y 3 años). Ambos son beatificados por su Santidad Juan Pablo II, en 1989. Sus restos descansan en el Santuario. Lucía toma primero el hábito de Santa Dorotea y luego ingresa en el convento de las hermanas carmelitas de Coimbra. Aún vive.
El 13 de mayo después de la misa, los niños van a pastorear los corderos de ambas familias a un lugar llamado la Cova de Iria (el valle de Irene). Al mediodía, después de comer y mientras rezan el Rosario, sienten un primer relámpago y luego un segundo, que los llena de temor. Se dan vuelta y ven la figura luminosa de una Señora posada sobre una encima de metro y medio de altura.
Según la describiera Lucía, la Señora del resplandor representa unos dieciocho años de edad. Resplandece su rostro, rodeado de un círculo de luz brillante. Sonríe amablemente pero con aire de tristeza. Lleva un vestido blanco brillante, bordeado de un galón dorado que se cierra en el cuello. Encima, un manto blanco también rematado de oro le cubre la cabeza y baja hasta los pies desnudos, separados de la parte superior de la encina por una nubecilla blanca.
En esa primera Aparición ante las preguntas de Lucía, responde: No tengan miedo. Soy del cielo. Les pido que vengan aquí seis veces seguidas, a esta hora, el día 13 de cada mes. En octubre les diré quién soy y que quiero. Les pide que recen el Rosario todos los días para lograr la paz del mundo y el fin de la guerra. La segunda vez (acompañados por 60 personas), se les vuelve a aparecer precedida por el relámpago. Les pide que recen el Rosario y aprendan a leer. La tercera Aparición tiene lugar el 13 de julio. Ya son 5.000 personas las que los acompañan. Les vuelven a pedir que recen el Rosario para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra. Reciben el llamado “Secreto de Fátima” y tienen la visión del infierno. En la primera y segunda parte del secreto anuncia la Segunda Guerra y les pide que Rusia sea consagrada a su corazón (esto según las revelaciones tardías de Lucía, conocidas como Fátima II). La tercera parte del secreto fue revelada hace unos años y predecía el futuro atentado a Juan Pablo II, en mayo de 1981 (según reconoce el Papa, fue la Virgen de Fátima la que le salvó la vida). El 13 de agosto se habían juntado 20.000 personas esperando la Aparición pero los niños son detenidos por las autoridades. El sol se ensombreció y muchos pudieron verlo. Al domingo siguiente de ser liberados (19 de agosto) los niños, esta vez solos, vuelven a verla. Insiste en que recen el Rosario y en el milagro que se producirá con la última Aparición. Con el dinero que se ha juntado les pide que construyan dos andas para la procesión el día de Nuestra Señora del Rosario. El 13 de septiembre son 35.000 personas las que los acompañan y cuando la Virgen se aleja algunos ven un óvalo luminoso. Lucía le habla de construir una capilla. La Virgen sigue pidiendo el rezo del Rosario. Por fin, el 13 de octubre tiene lugar la última Aparición. Hay más de 70.000.- personas congregadas pese al frío y a la lluvia. Los tres niños caen en éxtasis cuando se presenta María. Les dice. Soy Nuestra Señora del Rosario. Deseo que se construya una capilla en mi honor y que se siga rezando el Rosario todos los días. La guerra ya llega a su fin. Es preciso que los hombres se enmienden, que pidan perdón por sus pecados. María se eleva abriendo las manos que reflejan la luz del sol que aparece entre las nubes. Miles ven al sol girando. Lucía ve a José con el niño en brazos (tal como ella le había prometido), a Jesús adulto y a María en el medio vestida de blanco pero con el manto azul-celeste.

Por último, pasemos a Medjugorje (que quiere decir “entre las montañas”). Corre el año de 1981 en esta aldea de apenas 3.000 habitantes, ubicada en una zona montañosa de Bosnia-Hercegovina, en aquel momento formando parte de Yugoslavia. El régimen comunista instalado por Tito impera en la zona, con la particularidad de que permitían el culto religioso dentro de los templos (dicen que porque la madre de Tito, siendo croata, era una ferviente católica). Diez años después vendrá la caída del régimen y la disolución de la antigua República, no sin antes pasar por tremendas guerras. Eslovenia, Croacia y Macedonia declaran su independencia en 1991 y Bosnia-Hercegovina lo hará en 1992, cayendo en la guerra civil que se extenderá hasta el verano de 1995.
En este caso, serán seis jóvenes de entre 10 y diecisiete años, los que verán a la Virgen. Vicka (la mayor), Ivanka, Mirjana, Iván, Marija y Jacov (el menor). Todos hijos de sencillos campesinos que cultivan el tabaco y la vid y poseían algún rebaño de ovejas. Niños formados en la vieja religiosidad católica extendida por los franciscanos en la zona, que el régimen combatía en las escuelas. El signo particular, es que los seis videntes a partir del 24 de junio de 1981 verán a la Virgen todos los días hasta recibir los diez secretos. Hoy en día, tres de ellos reciben diariamente la visita de la Virgen (Vicka, Iván y Marija, esta última actúa como portavoz de los mensajes mensuales). Y ya han pasado más de 20 años. Los otros tres (Mirjana, Ivanka y Jacov) la ven una vez al año ya que ya han recibido dichos secretos. Secretos que, según los videntes, serán revelados cuando María lo indique pero que han entregado a sus confesores. A diferencia de las videntes de Lourdes y Fátima (me refiero a Lucía), los de Medjugorje no han tomado hábito religioso alguno y todos están casados y con hijos. Vicka se casó hace dos años y está embarazada.
La primera Aparición tiene lugar el 24 de junio en una de las colinas del monte Podbrdo (conocido como el monte de las Apariciones). Mirjana e Ivanka están pastoreando en horas de la tarde el rebaño familiar. Ven una figura luminosa como elevada en la colina. Ivanka le dice a su amiga: “Mira, la Gospa” (como dicen en croata a la Madre de Dios). A lo que su amiga no le presta atención. Pero rato después volverán al lugar con los otros chicos y nuevamente la ven. Vicka dirá que vestía un atuendo gris, con velo blanco sobre el cabello oscuro, que llevaba un niño en sus brazos.
Al día siguiente, 25 de junio tendrán el primer contacto con ella (por tal motivo se celebra este día como el de las Apariciones). María en el mismo lugar, esta vez sin el niño Jesús en brazos, luego de tres resplandores de luz, se les aparece y responde alguna pregunta sobre la madre de Ivanka recién fallecida. Ese día una gran luz del cielo descendió sobre Mejdugorje que todo el pueblo pudo ver. Al tercer día les dará su primer mensaje: “Deseo estar con ustedes para reconciliar y convertir al mundo entero”. Y le dirá a Marija en forma particular: “¡Paz, paz, paz y sólo paz! ¡Debe reinar la paz entre el hombre y Dios y entre los hombres!”. Los niños comienzan a ser perseguidos por la policía, porque no están permitidas las aglomeraciones en lugares públicos. No obstante, se calcula que para el 28 de junio ya son quince mil las personas que van al monte. María les dice a los videntes: “¡No teman nada! ¡Que la gente ore y crea y no tenga temor a nada! ¡Yo soy la Reina de la Paz y he venido a traer la paz! Finalmente los jóvenes le pedirán a la Virgen que se les aparezca dentro de la iglesia de Santiago Apóstol, de la que es párroco el padre Jozo (al principio éste duda de los relatos de los niños, pero la Madre de Dios también se le aparece y protege a los niños, por lo que sufrirá cárcel y torturas).
Dado el tenor y la extensa duración de estas Apariciones, es difícil resumir el contenido de los mensajes pero trataré de hacerlo. Hay tres etapas bien marcadas. Primero, son mensajes personales, para la formación de los jóvenes. A partir de marzo de 1984, comienzan los mensajes semanales para la parroquia (es decir para todo el pueblo) transmitidos por Marija. A partir de enero de 1987, los mensuales para todo el mundo, el día 25 de cada mes (fecha similar a la de San Nicolás). Esto no quiere decir que no reciban mensajes diarios, pero el grupo de común acuerdo ha optado por esta vía.
Las cuatro líneas de mensajes que más me impactaron, serían las siguientes:
1- La invitación a la conversión y el cambio de vida mediante cinco instrumentos: El Rosario, la Eucaristía, la Lectura Bíblica, el Ayuno y la Confesión.
2- El llamado a abrir nuestro corazón. “Abran el corazón”. "Abran el corazón como se abren las flores a la primavera. Si abren su corazón y oran, podrán ocurrir milagros".
3- El llamado a la paz. La GOSPA le dice a Marija el tercer día: "Paz. Paz. Paz. Debe reinar la paz entre el hombre y Dios y entre los hombres". Me llama la atención esto de la paz entre el hombre y Dios. El hombre pareciera estar en conflicto con Dios y por ende lo está con los hombres. María les dice: "No puede haber paz en e mundo si no la hay en sus corazones". La paz de la que habla María, no es la paz de la ausencia de conflictos que muchas veces son inevitables, sino aquella que sólo Dios nos puede dar. Orar para alcanzar la paz interior y que el Señor entre en nuestro corazón. Abandonar la lucha y entregarnos a la voluntad de Dios.
4- La demostración del amor de Dios a través de María. "Si supieran cuanto los amo, llorarían de alegría". Relación con el mensaje de Guadalupe: ¿NO ESTOY YO AQUÍ QUE SOY TU MADRE? ¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO? ¿NO SOY YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA? ¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, BAJO EL CRUCE DE MIS BARZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA? QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE.

Veamos ahora si podemos encontrar relaciones entre estas Apariciones.

Primero: LA VIRGEN SE PRESENTA DE ALGUNA FORMA PARTICULAR, dando origen o renovando alguna advocación. En Lourdes, le dice a Bernardita: SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN. En Fátima, a Jacinta, Francisco y Lucía: SOY NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO. En Medjugore: SOY LA REINA DE LA PAZ. Distintas formas de presentarse: Inmaculada, Señora, Reina.

Segundo: HAY UNA PARTICULAR ELECCIÓN DE MENSAJEROS O VIDENTES. Lo hace en el primer caso a una niña de 14 años, de un hogar humilde que atraviesa problemas económicos. En Fátima a tres niños de 10, 9 y 7 años, pastorcitos, hijos de campesinos. En Medjugorje a 6 jóvenes, entre 10 y 17 años, también hijos de campesinos. Es una selección creciente de mensajeros (uno, tres, seis) como si cada vez fueran necesarios más testigos para que creamos. Además, la elección recae en niños, que provienen de hogares sencillos. (YO TE ALABO PADRE PORQUE HAS OCULTADO ESTAS COSAS A LOS SABIOS Y PRUDENTES Y SE LAS HAS REVELADO A LOS HUMILDES).

Tercero: EL MARCO DE LA APARICIÓN. En Lourdes precedida por un intenso viento. En Fátima por relámpagos y en algún caso, dejando perfumes. En Medjugorje por resplandores de luz intensa. ESTOS EFECTOS SOBRENATURALES REFUERZAN EL ACONTECIMIENTO.

Cuarto: EL CONTEXTO EN EL QUE SE PRODUCEN. En Lourdes, en un momento en que en Francia surgen fuertes movimientos anticlericales y el dogma de la Inmaculada Concepción es resistido. En Fátima, durante la Primera Guerra Mundial. En Medjugorje, bajo un régimen comunista y en la antesala de una tremenda Guerra Civil. Es decir, EN CONTEXTOS CONFLICTIVOS.

Quinto: DEJA ALGÚN SIGNO VISIBLE. En Lourdes, el manantial que brota dentro de la gruta, debajo de la roca, cuando Bernardita araña la tierra. En Fátima el sol que gira y ven miles de personas. En Medjugorje, la palabra MIR (Paz) escrita en el cielo y el sol que gira y han visto miles de peregrinos. PARECIERA QUE ESTOS SIGNOS SE PRODUCEN PARA QUE OTROS (ADEMÁS DE LOS VIDENTES) VEAN ALGO.

Sexto: LA FORMA EN QUE SE PRESENTA. En Lourdes se Aparece en una gruta, a cierta altura del suelo, sobre una zarza, vestida de blanco, iluminada, con un rosario en la mano y una rosa amarilla encima de cada pie. En Fátima aparece revestida de luz, suspendida en el cielo sobre una encina en la Cova de Ira, lleva también el manto y la túnica blancas. En Medjugorje se aparece sobre un cerro del monte Podboro, también revestida de luz, a cierta altura del suelo, vestida de gris con velo blanco, cargando al niño en brazos el primer día y luego con el rosario. El velo blanco y la luz son un común denominador. María se presenta revestida de la gloria que ha alcanzado al ser ASUNTA EN CUERPO Y ALMA A LOS CIELOS.

Séptimo: HAY UN MENSAJE CENTRAL. En Lourdes, rezar el Rosario, hacer penitencia y creer en su Inmaculada Concepción. En Fátima rezar el Rosario, convertirse y hacer penitencia por la paz del mundo y el fin de la guerra. En Medjugorje también invita a la conversión, el rezo del rosario y la penitencia para alcanzar la paz interior y la del mundo. EL ROSARIO ES UN COMÚN DENOMINADOR.

Octavo: LOS FRUTOS DE LAS APARICIONES. En primer lugar la universalidad de los santuarios: acuden peregrinos de todas partes del mundo. En segundo lugar su arraigo popular: son millones los peregrinos que acuden a estos Santuarios todos los años. Por último, las gracias concedidas, tanto espirituales como materiales: curaciones, conversiones, renovación espiritual, etc...
Y ustedes podrán encontrar muchas más relaciones.

Presentación, elección, marco, contexto, signos, forma, mensaje. Algo común en las Apariciones de María quien si bien aparece suspendida en el aire, a cierta distancia del suelo, viene hacia nosotros, se acerca para invitarnos a la conversión de vida y llevarnos hasta su Hijo Jesucristo, apoyados en la oración. Porque siempre hace mención a la oración. El Rosario es central en esto. Y en Medjugorje especialmente: OREN CON EL CORAZÓN. SIN ORACIÓN NO HAY PAZ. SEAN PERSEVERANTES EN LA ORACIÓN. NO PUEDEN ABRIRSE A DIOS SI NO ORAN. OREN PARA TENER UNA FE FIRME. OREN PARA QUE DE SUS CORAZONES FLUYA UNA FUENTE DEE AMOR HACIA CADA HERMANO, TANTO EL QUE LOS ODIA, COMO EL QUE LOS DESPRECIA. A TRAVÉS DE LA ORACIÓN CREZCAN DÍA A DÍA EN LA INTIMIDAD CON DIOS. Y SOLAMENTE ENTONCES CUANDO ABRAN SUS CORAZONES Y OREN, PODRÁN OCURRIR MILAGROS.




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